Las lesiones de la médula espinal pueden producirse por el daño a las vértebras, los ligamentos o los discos de la columna vertebral, o a la misma médula espinal.
Una lesión traumática de la médula espinal puede originarse a raíz de un golpe traumático y repentino a la columna vertebral que fracture, disloque, aplaste o comprima una o más vértebras. También puede producirse por una herida de arma de fuego o con un cuchillo que penetre y corte la médula espinal.
Generalmente, se producen daños adicionales después de días o semanas debido al sangrado, a la inflamación y a la acumulación de líquido en la médula espinal y a su alrededor.
Una lesión no traumática de la médula espinal puede ser causada por artritis, cáncer, inflamación, infecciones o degeneración de los discos de la columna vertebral.